Los síntomas de la artrosis son muy particulares, pero en cada persona pueden manifestarse de manera distinta. En la consulta del médico, si los síntomas son claros, el reumatólogo no debería tener dudas acerca del diagnóstico.
Lo primero será tener en cuenta el historial clínico y los factores de riesgo del paciente que se visita en la consulta, luego de esto la localización de la articulación afectada y las características de dolor y rigidez que sufre. Se conoce que el dolor de la artrosis suele aparecer al empezar el movimiento tras un periodo de reposo o, por el contrario, si hay inflamación en la articulación, el dolor es persistente incluso en reposo.
La exploración física ayudará a localizar el origen de la limitación de la articulación afectada y realizar una ecografía puede servir para ver si hay líquido en la zona afectada y estudiar las estructuras alrededor de la articulación.
Diagnóstico por imagen
Si es necesario realizar otras pruebas complementarias para afirmar la sospecha de artrosis. Una de las más usadas por su gran utilidad es la radiografía. Esta prueba de imagen permite ver todas las estructuras de la articulación bajo la piel, menos el cartílago que es transparente, comprobar las que están más o menos dañadas y valorar así la gravedad de la enfermedad.
Si es necesario evaluar el daño en otras estructuras como los meniscos de la rodilla, los discos vertebrales de la columna o comprobar el daño interno del cartílago, lo más recomendable será un resonancia magnética. Esta puede proporcionar información más concreta, especialmente si se requiere una evaluación para una cirugía.
Con los resultados de estas pruebas, el especialista confirmará o no el diagnóstico que sospechaba en la consulta y el siguiente paso será la propuesta de un tratamiento que se adapte a cada persona.
Fuente: https://laartrosis.com/2018/12/18/como-llegamos-al-diagnostico-de-la-artrosis/
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