La aplicación de frío o calor en las articulaciones es un método que nos puede ayudar a aliviar el dolor y la rigidez de las zonas afectadas de nuestro cuerpo. A algunas personas les va mejor el calor y, a otras, el frío. Algunos incluso combinan los dos métodos. A continuación les contamos cuáles son las diferencias:
El calor es un buen método para mejorar las contracturas musculares y reducir los dolores articulares. Ya sea mediante la típica manta eléctrica, un baño tibio o una bolsa de agua caliente, el calor ayuda a eliminar la rigidez muscular (nos puede ayudar a levantarnos por la mañana o a hacer ejercicios suaves). Eso sí, no debe aplicarse si hay mala circulación.
El frío ayuda a reducir la hinchazón y a aliviar los espasmos musculares puesto que es un antiinflamatorio natural. La inflamación es una de las causas de dolor en los pacientes con artrosis. Para aplicar frío en tus articulaciones puedes usar compresas frías, duchas de agua fría, bolsas de hielo y cubitos envueltos en una toalla o geles de “efecto frío”.
Uses el método que uses, te recomendamos:
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